Vivir con una enfermedad crónica ya puede ser un reto de por sí, pero ciertos rasgos de carácter pueden hacer que la experiencia sea aún más difícil. Estos rasgos, que pueden estar presentes en personas a las que ya se ha diagnosticado una enfermedad o en aquellas que están en riesgo de padecerla, pueden exacerbar los síntomas y la progresión de la enfermedad. Es importante que tanto los pacientes como los profesionales sanitarios reconozcan estos rasgos para gestionar mejor la enfermedad y proporcionar el apoyo adecuado.
Las personas propensas al estrés son más propensas a experimentar emociones negativas y niveles más altos de estrés, lo que a su vez puede empeorar los síntomas de una enfermedad crónica. El estrés se ha relacionado con diversos problemas de salud, como el aumento de la inflamación y el deterioro de la función inmunitaria. Para las personas con una enfermedad crónica, el estrés puede desencadenar brotes e intensificar el dolor o la fatiga.
Los perfeccionistas suelen tener grandes expectativas de sí mismos y del mundo que les rodea. Pueden esforzarse por alcanzar la perfección en todos los aspectos de su vida, incluida su salud. Aunque este impulso puede ser beneficioso en algunas situaciones, puede resultar perjudicial cuando se trata de controlar una enfermedad crónica. Los perfeccionistas pueden sentirse frustrados y decepcionados si no son capaces de cumplir sus propios estándares poco realistas, lo que puede provocar un aumento del estrés y sentimientos de fracaso.
Las personas propensas a la ansiedad son más vulnerables a los sentimientos de preocupación, miedo y ansiedad. Estas personas pueden tener una mayor sensación de amenaza percibida, lo que puede desencadenar una respuesta de estrés en el organismo. La ansiedad puede exacerbar los síntomas de una enfermedad crónica, así como interferir en el funcionamiento cotidiano y el bienestar general.
Las personas impulsivas pueden adoptar conductas de riesgo o descuidar las prácticas de autocuidado que son cruciales para controlar una enfermedad crónica. Su naturaleza impulsiva puede llevarles a tomar decisiones erróneas en cuanto al cumplimiento de la medicación, la dieta, el ejercicio y otros factores del estilo de vida que afectan a su salud. Esta falta de cuidados constantes puede contribuir al empeoramiento de los síntomas y a la progresión de la enfermedad.
Reconocer estos rasgos de carácter en uno mismo o en los pacientes puede ayudar a los profesionales sanitarios a adaptar los planes de tratamiento y las intervenciones para abordar estos retos específicos. Los pacientes también pueden beneficiarse de la autorreflexión y el conocimiento de estos rasgos, ya que pueden tomar medidas para gestionarlos y mitigar su impacto en la salud.
1 Inseguridad
La inseguridad es un rasgo de la personalidad que puede agravar la enfermedad. Las personas inseguras suelen tener baja autoestima y falta de confianza en sí mismas. Esto puede provocar una serie de emociones negativas, como ansiedad y estrés, que pueden debilitar el sistema inmunitario y dificultar la lucha del organismo contra las enfermedades.
Las personas inseguras también pueden ser más propensas a adoptar mecanismos de afrontamiento poco saludables, como la preocupación excesiva o la rumiación. Estos comportamientos pueden debilitar aún más el sistema inmunitario y aumentar el riesgo de desarrollar o empeorar una enfermedad. Además, la inseguridad puede dificultar la adherencia a los tratamientos médicos o los cambios positivos en el estilo de vida, ya que pueden dudar de su capacidad para tener éxito o temer ser juzgados por los demás.
Además, la inseguridad puede afectar negativamente a las relaciones sociales y a los sistemas de apoyo, que son cruciales para controlar y recuperarse de cualquier enfermedad. Las personas inseguras pueden tener dificultades para pedir ayuda o abrirse a los demás, lo que provoca sentimientos de aislamiento y soledad. Esta falta de apoyo social puede repercutir aún más en la salud mental y física, dificultando aún más la superación de la enfermedad.
2 Agresividad
La agresividad es un rasgo del carácter que puede exacerbar la enfermedad en los individuos. Se define como la tendencia a comportarse con hostilidad o agresividad hacia uno mismo o hacia los demás. Este rasgo puede tener efectos perjudiciales para la salud mental y física de una persona.
Cuando se trata de enfermedades, la agresividad puede exacerbar los síntomas y hacerlos más graves. En algunos casos, el comportamiento agresivo puede llevar a autolesionarse o a dañar a otros, lo que puede empeorar aún más la enfermedad. Los individuos agresivos pueden mostrar un comportamiento impulsivo y temerario, lo que puede repercutir negativamente en su tratamiento y proceso de recuperación.
Además, la agresividad también puede interferir en la comunicación y las relaciones efectivas con los profesionales sanitarios y los sistemas de apoyo. Las personas agresivas pueden resistirse a seguir los consejos médicos o a recibir el tratamiento necesario, lo que puede retrasar la recuperación o empeorar los síntomas.
Es importante abordar y gestionar la agresividad como rasgo de carácter en las personas con enfermedades. Esto puede hacerse mediante terapia y asesoramiento, que pueden ayudar a los individuos a desarrollar mecanismos de afrontamiento más sanos y a aprender a gestionar sus emociones de forma más constructiva.
En resumen, la agresividad es un rasgo del carácter que puede exacerbar la enfermedad en los individuos. Puede tener efectos negativos tanto en la salud física como mental del individuo, así como dificultar su tratamiento y proceso de recuperación. La gestión eficaz de la agresividad es crucial para garantizar los mejores resultados posibles para los individuos con enfermedades.
3 Egoísmo
Un rasgo del carácter que puede exacerbar la enfermedad es el egoísmo. Cuando alguien es egoísta, prioriza sus propios deseos y necesidades por encima de los de los demás. Esto puede conducir a una falta de empatía y consideración hacia los demás, lo que puede ser perjudicial tanto para su propia salud como para la de los que le rodean.
Los individuos egoístas pueden no tomar las precauciones adecuadas para evitar la propagación de la enfermedad, como llevar mascarillas o practicar el distanciamiento social. Pueden ser reacios a seguir directrices y restricciones, considerándolas inconvenientes que sólo se aplican a los demás. Este comportamiento puede aumentar el riesgo de infección para ellos mismos y para los demás.
Además, el egoísmo puede obstaculizar los esfuerzos por controlar la enfermedad a mayor escala. Cuando los individuos acaparan egoístamente recursos como desinfectante de manos, mascarillas o suministros médicos, pueden provocar escasez para otros que realmente los necesitan. Esto no sólo pone en peligro a los demás, sino que también socava los esfuerzos colectivos para combatir la enfermedad.
Efectos en la salud mental
Además de las ramificaciones físicas, el egoísmo también puede tener efectos negativos en la salud mental. Priorizar constantemente los propios deseos sobre el bienestar de los demás puede provocar sentimientos de culpa, aislamiento y soledad. Estas emociones negativas pueden agravar aún más los trastornos mentales existentes o contribuir al desarrollo de otros nuevos.
Además, el egoísmo puede tensar las relaciones con la familia, los amigos y la comunidad. Cuando una persona se da prioridad a sí misma y no tiene en cuenta las necesidades y sentimientos de los demás, puede provocar resentimiento, ira y la ruptura de las relaciones interpersonales. Estas relaciones tensas pueden contribuir aún más a una mala salud mental, ya que el apoyo social es un factor importante para mantener el bienestar emocional.
Cultivar la empatía y el altruismo
Para contrarrestar los efectos negativos del egoísmo, es esencial cultivar la empatía y el altruismo. Esto puede hacerse practicando actos de bondad, teniendo en cuenta las necesidades y perspectivas de los demás y participando en actividades comunitarias y de voluntariado. Al fomentar un sentimiento de compasión y preocupación por los demás, las personas pueden contribuir a crear un entorno más sano y solidario para todos.
4 Autoexigencia
Las personas autoexigentes a menudo pueden agravar una enfermedad debido a sus tendencias perfeccionistas y a la inmensa presión que se imponen a sí mismas. Este rasgo puede hacer que les resulte difícil aceptar su estado actual y sus limitaciones, lo que provoca un aumento del estrés y la ansiedad, que puede repercutir en su salud general.
Las personas autoexigentes pueden tener expectativas poco realistas de sí mismas y presionarse demasiado, incluso cuando no se encuentran bien. Pueden sentirse culpables o inadecuadas si no son capaces de cumplir sus propias exigencias, lo que puede empeorar aún más su bienestar mental y físico.
El impacto en la gestión de la enfermedad
Las personas autoexigentes pueden tener dificultades para seguir los planes de tratamiento o aceptar los cambios necesarios en su estilo de vida. La necesidad constante de buscar la perfección y de alcanzar objetivos autoimpuestos puede hacer que les resulte difícil dar prioridad a su salud y bienestar.
También pueden resistirse a buscar ayuda o apoyo de otras personas, ya que pueden verlo como un signo de debilidad o fracaso. Esto puede llevar al aislamiento y a la reticencia a pedir ayuda cuando la necesitan, lo que puede obstaculizar su capacidad para gestionar eficazmente su enfermedad.
Estrategias para personas autoexigentes
Es importante que las personas autoexigentes practiquen la autocompasión y aprendan a aceptar sus limitaciones. Establecer objetivos y expectativas realistas puede ayudar a reducir los sentimientos de culpa y frustración.
Pueden beneficiarse de acudir a terapia o asesoramiento para abordar sus tendencias perfeccionistas y desarrollar mecanismos de afrontamiento del estrés y la ansiedad. Aprender a delegar tareas y pedir ayuda también puede aliviar parte de la presión que se imponen a sí mismos.
Conclusión
Ser autoexigente puede agravar una enfermedad al aumentar los niveles de estrés, dificultar el control de la enfermedad y afectar al bienestar general. Es fundamental que las personas con este rasgo den prioridad al autocuidado, practiquen la autocompasión y busquen apoyo cuando lo necesiten para recorrer con eficacia su camino hacia la salud.
5 Obstinación
La terquedad es un rasgo del carácter que puede agravar una enfermedad o un problema de salud. Cuando una persona es terca, se resiste al cambio y a menudo se niega a escuchar consejos o a seguir los tratamientos recomendados, incluso cuando es lo mejor para ella.
He aquí cinco formas en que la terquedad puede empeorar una enfermedad:
- Ignorar los síntomas: Las personas obstinadas pueden ignorar o restar importancia a la gravedad de sus síntomas, retrasando la búsqueda de ayuda médica y permitiendo potencialmente que la enfermedad progrese.
- Rechazar el tratamiento: La obstinación puede llevar a negarse a aceptar tratamientos necesarios, como medicación, cirugía o cambios en el estilo de vida. Esto puede dificultar la gestión y el control de la enfermedad.
- Incumplimiento: Las personas pueden ser obstinadas a la hora de seguir los tratamientos prescritos o de adherirse a los cambios de estilo de vida recomendados, lo que conduce a una falta de progreso en el control de su enfermedad.
- Negación: Las personas obstinadas pueden negar o minimizar la presencia de una enfermedad, retrasando el diagnóstico y el tratamiento, lo que puede dar lugar a más complicaciones.
- Resistencia al consejo: La terquedad puede dar lugar a una falta de voluntad para buscar o aceptar consejos de profesionales sanitarios, familiares o redes de apoyo. Esto puede limitar el acceso a información y recursos importantes que podrían ayudar a gestionar la enfermedad de forma eficaz.
Es importante que las personas que muestran obstinación reconozcan su impacto negativo en la salud y estén dispuestas a buscar ayuda y a tener en cuenta los consejos y recomendaciones de los profesionales sanitarios. Al dar prioridad a su salud y tener una mentalidad más abierta, las personas pueden controlar mejor su enfermedad y mejorar su bienestar general.
6 Emocionalidad fuerte
La emocionalidad fuerte se refiere a la tendencia de las personas a experimentar emociones intensas y abrumadoras. Aunque experimentar emociones es una parte normal del ser humano, tener una fuerte emocionalidad puede exacerbar ciertas enfermedades y afecciones. Éstas son algunas de las formas en que la emocionalidad fuerte puede afectar a la salud:
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Trastornos relacionados con el estrés:
Las personas muy emocionales pueden ser más propensas a padecer trastornos relacionados con el estrés, como ansiedad, depresión y trastorno de estrés postraumático (TEPT). Sus reacciones emocionales exacerbadas pueden dificultarles hacer frente a situaciones estresantes y aumentar su vulnerabilidad a estos trastornos.
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Problemas de salud física:
Las investigaciones sugieren que la emocionalidad intensa está asociada a un mayor riesgo de problemas de salud física, como enfermedades cardiovasculares, trastornos digestivos y dolor crónico. La activación constante de la respuesta de estrés del organismo debido a las emociones intensas puede pasar factura al cuerpo y contribuir al desarrollo de estas afecciones.
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Dificultades en las relaciones:
La emocionalidad intensa también puede afectar a las relaciones personales. Las personas con una fuerte emocionalidad pueden tener dificultades para regular sus emociones, lo que provoca discusiones frecuentes, conflictos y relaciones tensas. Sus intensas reacciones emocionales pueden resultar abrumadoras para sus parejas, amigos o familiares, y afectar negativamente a la calidad de sus relaciones.
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Comportamiento impulsivo:
La fuerte emocionalidad se asocia a menudo con la impulsividad. Las personas con una fuerte emocionalidad pueden tener dificultades para controlar sus impulsos y tomar decisiones impulsivas, como participar en comportamientos de riesgo o abusar de sustancias. Estos comportamientos impulsivos pueden tener efectos perjudiciales para la salud física y mental.
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Dificultad para buscar ayuda:
Debido a la intensa naturaleza de sus emociones, las personas con una fuerte emocionalidad pueden tener dificultades para buscar ayuda o apoyo. Pueden sentirse avergonzados de sus reacciones emocionales exacerbadas, lo que les lleva a ser reacios a buscar ayuda profesional o a hablar de sus luchas emocionales con otras personas. Esto puede impedirles obtener el apoyo y el tratamiento necesarios para sus afecciones.
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Estrés crónico:
Una fuerte emocionalidad puede contribuir al estrés crónico. La activación constante de la respuesta al estrés del organismo debido a emociones intensas puede conducir al estrés crónico, que puede tener una serie de efectos negativos tanto en la salud física como mental. El estrés crónico puede debilitar el sistema inmunitario, alterar los patrones de sueño y contribuir al desarrollo de diversas afecciones.
Es importante que las personas con una fuerte emocionalidad busquen ayuda profesional adecuada y desarrollen mecanismos de afrontamiento saludables para gestionar sus emociones de forma eficaz. A través de la terapia, las prácticas de autocuidado y el apoyo de los seres queridos, las personas con una fuerte emocionalidad pueden aprender a manejar sus emociones de una forma más sana y menos perjudicial.
7 Insultar
Ciertos rasgos de carácter pueden exacerbar la enfermedad y empeorar la situación tanto de la persona afectada como de quienes la rodean. Estos rasgos pueden aumentar los niveles de estrés, obstaculizar el progreso del tratamiento e influir negativamente en las relaciones y la calidad de vida. Es importante ser consciente de estos rasgos y tomar medidas para abordarlos con el fin de promover mejores resultados de salud.
1. 1. Impaciencia:
La impaciencia puede conducir a la frustración y a comportamientos impulsivos, que pueden dificultar la recuperación. También puede tensar las relaciones y dificultar el seguimiento de los planes de tratamiento. Practicar la paciencia y la comprensión puede ayudar a mitigar los efectos negativos de la impaciencia.
2. Negatividad:
Una actitud negativa puede hacer que la persona afectada se sienta desesperanzada y desanimada. También puede drenar la energía de quienes le rodean. Cultivar una mentalidad positiva y centrarse en lo bueno puede mejorar el bienestar mental y la salud en general.
3. Terquedad:
Ser testarudo puede dificultar la aceptación de ayuda y el seguimiento de los consejos médicos. Esto puede obstaculizar el progreso y provocar contratiempos. Aprender a estar abierto a diferentes métodos y perspectivas puede conducir a mejores resultados.
4. Negación:
Negar la existencia de la enfermedad o su gravedad puede impedir un tratamiento y un apoyo adecuados. Aceptar la realidad de la situación es el primer paso para buscar la ayuda adecuada y mejorar los resultados de salud.
5. 5. Aislamiento:
Retirarse de las interacciones sociales y aislarse puede exacerbar los efectos negativos de la enfermedad. Puede provocar sentimientos de soledad, depresión y una menor motivación para buscar tratamiento. Mantener las conexiones sociales y buscar el apoyo de los seres queridos es importante para el bienestar general.
6. 6. Perfeccionismo:
La búsqueda de la perfección puede provocar estrés excesivo, autocrítica y agotamiento. Es importante fijarse objetivos alcanzables y practicar la autocompasión. Abrazar el crecimiento personal en lugar de resultados perfectos puede conducir a una mejor salud mental y física.
7. 7. Evitación:
Evitar emociones y situaciones difíciles puede obstaculizar el progreso e impedir que se desarrollen mecanismos de afrontamiento adecuados. Afrontar los retos de frente y buscar el apoyo adecuado puede contribuir a una mejor gestión de la enfermedad y al bienestar general.
Si se abordan estos rasgos de carácter insultantes y se trabaja por el crecimiento personal, las personas pueden afrontar mejor los retos que conlleva una enfermedad y mejorar su calidad de vida en general.
8 Imprudencia
La imprudencia es un rasgo del carácter que puede agravar enormemente la progresión de la enfermedad. Las personas imprudentes tienden a adoptar comportamientos de riesgo sin tener en cuenta las posibles consecuencias. Esta falta de precaución puede conducir a una serie de resultados negativos, incluida una mayor probabilidad de contraer y propagar enfermedades.
Una forma en que la imprudencia puede agravar las enfermedades es a través de la negativa a adherirse a las medidas preventivas. Las personas imprudentes pueden no tomar precauciones como llevar mascarillas, mantener una buena higiene o practicar sexo seguro. Esto puede aumentar significativamente su riesgo de exposición a patógenos nocivos y contribuir a la propagación de enfermedades en sus comunidades.
Además, el comportamiento imprudente también puede llevar a retrasar la búsqueda de atención médica cuando aparecen los síntomas. En lugar de actuar de inmediato y consultar a un profesional sanitario, las personas imprudentes pueden hacer caso omiso de sus síntomas o intentar autodiagnosticarse y automedicarse. Este retraso puede provocar el empeoramiento de su estado y una mayor propagación de la enfermedad.
Además, la imprudencia también puede contribuir a la propagación de enfermedades al compartir objetos contaminados o realizar prácticas inseguras. Las personas imprudentes pueden compartir agujas, mantener relaciones sexuales sin protección o no deshacerse adecuadamente de materiales contaminados. Estos comportamientos pueden facilitar la transmisión de enfermedades como el VIH, la hepatitis y otras infecciones de transmisión sexual.
Ejemplos de comportamiento imprudente
- Practicar deportes o actividades peligrosas sin las medidas de seguridad adecuadas
- Conducir bajo los efectos de las drogas o el alcohol
- Mantener relaciones sexuales promiscuas sin utilizar protección.
- Ignorar las advertencias y directrices de los profesionales sanitarios.
Las consecuencias de la imprudencia en relación con las enfermedades incluyen:
- Aumento del riesgo de contraer enfermedades infecciosas
- Propagación de enfermedades en las comunidades
- Retraso en el diagnóstico y el tratamiento
- Mayor gravedad de los síntomas y las complicaciones
- Mayores costes sanitarios
En conclusión, la imprudencia puede tener un efecto perjudicial en la progresión de las enfermedades. Es importante que las personas tengan en cuenta las posibles consecuencias de sus actos y tomen decisiones responsables para proteger su propia salud y la de los demás.
Es necesario cambiar el carácter
Cuando se trata de controlar o tratar una enfermedad, es importante tener en cuenta cómo pueden influir los rasgos de carácter de una persona en su capacidad para afrontar la enfermedad y recuperarse de ella. Aunque ciertos rasgos de carácter pueden exacerbar la enfermedad, no siempre es necesario o conveniente que la persona cambie por completo su forma de ser.
Es importante tener en cuenta que cada persona tiene rasgos de carácter y personalidad únicos que la hacen ser quien es. Estos rasgos pueden incluir aspectos positivos y negativos, y son los rasgos negativos los que pueden exacerbar la enfermedad. Por ejemplo, una persona con un carácter muy perfeccionista puede estresarse o angustiarse demasiado por su enfermedad, lo que puede repercutir negativamente en su salud y bienestar general.
Reconocer los rasgos de carácter negativos
Para determinar si es necesario cambiar el carácter de una persona en relación con su enfermedad, primero es necesario identificar y reconocer los rasgos de carácter negativos que pueden estar exacerbando la enfermedad. Esto requiere autorreflexión y reconocimiento de los propios comportamientos y tendencias.
Por ejemplo, si una persona tiende a ser muy impulsiva y tiene problemas de autocontrol, esto puede dificultar su capacidad para tomar decisiones saludables y seguir los planes de tratamiento necesarios. En estos casos, se puede trabajar para desarrollar un mejor autocontrol y habilidades para gestionar los impulsos, lo que puede mejorar en gran medida la gestión general y la progresión de la enfermedad.
Fomentar rasgos de carácter positivos
En lugar de cambiar por completo el carácter de una persona, puede ser más beneficioso centrarse en fomentar y mejorar los rasgos de carácter positivos que pueden ayudar en la gestión y recuperación de la enfermedad. Por ejemplo, a las personas que son empáticas y compasivas por naturaleza les puede resultar más fácil buscar el apoyo de los demás y mantener una mentalidad positiva a lo largo de su proceso de curación.
Al cultivar y potenciar estos rasgos de carácter positivos, las personas pueden crear un entorno de apoyo y empoderamiento para sí mismas, lo que en última instancia puede tener un impacto positivo en su salud y bienestar general.
En general, aunque ciertos rasgos de carácter pueden exacerbar una enfermedad, no siempre es necesario o apropiado cambiar por completo quién es una persona. En su lugar, es más beneficioso identificar y trabajar para modificar los rasgos de carácter negativos, al tiempo que se fomentan y potencian los rasgos de carácter positivos para gestionar eficazmente la enfermedad y recuperarse de ella.
PREGUNTAS FRECUENTES
¿Pueden ciertos rasgos de carácter agravar una enfermedad?
Sí, algunos rasgos de carácter pueden agravar una enfermedad. Por ejemplo, el estrés y la ansiedad pueden empeorar los síntomas e incluso desencadenar reagudizaciones en afecciones como el asma y los trastornos autoinmunitarios. Las personas propensas al pensamiento negativo y al pesimismo también pueden experimentar un impacto más grave en su salud física.
¿Cómo puede el estrés empeorar una enfermedad?
Cuando una persona está estresada, su organismo libera hormonas del estrés como el cortisol y la adrenalina. Estas hormonas pueden afectar negativamente al sistema inmunitario y aumentar la inflamación en el organismo, empeorando las condiciones de salud existentes. Además, el estrés puede conducir a mecanismos de afrontamiento poco saludables, como comer en exceso o abusar de sustancias, lo que puede empeorar aún más la enfermedad.
¿Afectan los rasgos de personalidad a la gravedad de una enfermedad?
Sí, ciertos rasgos de la personalidad pueden afectar a la gravedad de una enfermedad. Por ejemplo, las personas propensas a altos niveles de neuroticismo o ansiedad pueden experimentar síntomas más intensos y tener más dificultades para controlar su enfermedad. Por otro lado, las personas con actitudes optimistas y positivas pueden tener una mayor capacidad para hacer frente a su enfermedad y experimentar síntomas más leves.
¿Puede una mentalidad negativa empeorar una enfermedad?
Sí, una mentalidad negativa puede empeorar una enfermedad. Las investigaciones han demostrado que las personas con una visión negativa de la vida y tendencia a rumiar pensamientos negativos pueden tener mayores niveles de inflamación en el organismo, lo que puede agravar diversas enfermedades. Además, una mentalidad negativa puede conducir a malos hábitos de autocuidado y a una falta de motivación para seguir los planes de tratamiento, lo que en última instancia empeora la enfermedad.
¿Cómo pueden ciertos rasgos de carácter agravar la progresión de una enfermedad?
Ciertos rasgos de carácter pueden agravar la progresión de una enfermedad al influir en el comportamiento y las elecciones de estilo de vida. Por ejemplo, las personas con impulsividad y falta de autocontrol pueden adoptar conductas de riesgo como fumar o beber en exceso, lo que puede dañar aún más su salud y acelerar la progresión de la enfermedad. Además, las personas con bajos niveles de resiliencia y escasas habilidades para gestionar el estrés pueden tener más dificultades para afrontar los retos físicos y emocionales de su enfermedad.
¿Qué rasgos de carácter pueden empeorar una enfermedad?
Hay varios rasgos de carácter que pueden agravar una enfermedad. Por ejemplo, el estrés y la ansiedad pueden tener un impacto negativo en el sistema inmunitario de una persona, haciéndola más susceptible a la enfermedad. Del mismo modo, la falta de motivación y autodisciplina puede dificultar el seguimiento de un plan de tratamiento o la elección de un estilo de vida saludable, lo que puede empeorar la enfermedad. Además, la terquedad o la negativa a buscar ayuda médica pueden retrasar el diagnóstico y el tratamiento, permitiendo que la enfermedad progrese aún más.